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Foto del escritorIsa Bello

La infancia

Actualizado: 26 jul 2019

Me resulta curioso como el tiempo nos envuelve con una manta desde que somos niños, poco a poco nos cubre hasta consumirnos por completo y cuando logramos salir, ya nos vemos a nosotros mismos en una etapa adulta.

Ahí comienza la intriga porque no sabemos nada, no tenemos idea de como vivir la adultez a parte de lo que nos han dicho nuestros progenitores.

En realidad este escrito no es a cerca de la infancia como tal, sino de la transición que existe entre la infancia y la adultez.

Desde que era una niña fantasié acerca de como sería mi adultez, definitivamente nada sale como te lo imaginas. No sé porque tenía esa obsesión enferma por crecer, tener novio y ser adulta, no es que quiera volver a ser niña o tener que pasar por la adolescencia.

Creo que lo que extraño es la percepción que como sociedad le damos a la infancia, a los niños los miran con ojos de paciencia cada vez que se equivocan, a los adultos nos miran con enojo, impaciencia y hasta superioridad al percibir que nos equivocamos, tal vez por eso los niños aprenden mejor, ya que en ellos no existe presión alguna si fallan, en cambio nosotros nos "castigamos" a nosotros mismos y "castigamos" a otros.


A los niños nadie les evita soñar sobre lo que quieren en la vida, si dicen que quieren ser astronautas, bailarinas, actrices o actores, modelos, lo que sea, para todos es genial. Mientras tanto, nosotros soñamos con algo tan sencillo como bajar de peso y nunca falta alguien que llegue a desmotivarnos sin siquiera haber empezado, o bien, si soñamos con tener nuestra propia empresa, nos llenan de frases como: "estás muy jóven", "no sabes nada", "vas a morir de hambre". Esta última, se presenta sobretodo, en padres preocupados cuando sus hijos quieren incursionar en campos artísticos y sí, me pasó, así que sé de lo que hablo. Ya no nos permitimos soñar en grande y nos creemos viejos para hacer algo cuando en realidad no hay edad para actuar, trabajar, sufrir con alegía del camino y eventualmente lograrlo, al fin y al cabo es nuestro sueño, pero también es nuestra responsabilidad volverlo una realidad, por medio del trabajo duro.

Siento que a pesar de madurar, debemos mantener esa chispa de curiosidad, ilusión, positivismo y ambición que existe cuando uno es niño, esa alegría por cada pequeña situación que ocurre en nuestra vida, esa voluntad de levantarnos a pesar de haber caído mil veces, simplemente porque olvidamos lo que ocurrió segundos atrás, dejarnos consumir por el amor a pesar de haber peleado con otro niño hace 5 minutos, porque quieres seguir jugando.

No vale la pena dejar que la vida se nos vaya sin disfrutarla y la mejor forma de hacerlo es recolectando y aplicando cada lección aprendida en las diferentes etapas de nuestras vidas, sobretodo en la infancia. Aún no es tarde para recordar y vivir diferente, vivir con la alegría que solo desprenden los niños.


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